sábado, 31 de diciembre de 2011

Un nuevo inicio.

Eh Amigo, ya es tarde.
Un día leerás GAME OVER en tu pantalla
y no habrá ninguna moneda que insertar para volver a empezar.

Haz la lista de las cosas que quieres hacer
y deja todo hecho antes de poder arrepentirte.

Vamos, di si a Las Vegas a las tres de la mañana.
¿Cuánto estas dispuesto a arriesgar por una aventura?
Y no crezcas, seguirás sin entender nada a los ochenta.

Péinate como una princesa interestelar.
Vive como una estrella de rock y el mundo será tu groupie.

Sé el blanco en un lanzamiento de cuchillos.
Cambia tu identidad, solo tu sabes quien eres.

Intenta ser valiente, pero no le des demasiada importancia.
Y si tienes que equivocarte, hazlo a lo grande.

Al final podrás decir: había cosas que quería hacer y fueron exactamente lo que hice.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Ausencia

Para Don Segundo:


Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.
Borges

Allí donde solíamos gritar.


¿A que no sabes donde he vuelto hoy?
Donde solíamos gritar
diez años antes de este ahora sin edad,
aún vive el monstruo y aún no hay paz.

Y aún hoy,
sólo el grito y la ficción
consiguen apagar
las luces de mi negra alerta.

Vertical y transversal,
soy grito y soy crital,
justo el punto medio,
el que tanto odiabas
cuando tú me provocabas aullar.

Y ya está, ya hay paz,
oh, ya hay paz.
Y ya está, ya hay paz,
oh, ya hay paz.

¿Porque gritaba?
Lo sé y tú no,
no preguntabas,
tú nunca, no.

Sobre cosas.

Señalaba allí dos incoherencias; una, que sintiendo hasta las heces ese deseo de muerte que fue una constante en mi vida, no me haya matado. En cuanto a lo de seguir viviendo, me lo he explicado aveces como una consecuencia de las terribles enfermedades que periódicamente asolaban mi vida. Después de un año, de dos, de tres, de padecimientos indecibles, sobrevenían unas ganas ingenuas y ardientes de vivir un verano más, de recobrar el uso feliz de mi cuerpo.
A cierta altura deje de buscar explicaciones. Simplemente, seguí.
"Como un disco acabado / que gira y gira y gira / ya sin música / empecinado y mudo / y olvidado. Bueno así.