la idea de ser otra persona, con otro cuerpo me ha estado rondando la cabeza. Entre el trabajo, mi rutina alimenticia, mi estupido empeño por la universidad y mis fantasmas y yo, me volveré loca.
Vivo en sueños, porque la realidad se torna muy aburrida ya no tengo días y añoro soñar, muchas noches han pasado en las que llorando he conciliado mi tan anhelado momento, ese en el que obtengo lo que quiero, y soy lo que solía ser (era feliz). Todas las mañanas intento pensar que va a mejorar mi vida, aún tengo la esperanza, no se si sea la soledad que amenaza con empeorar mi existencia, la que me hace creer que ya no tiene sentido. La soledad en exceso hiere, hiere hasta lo más profundo del ser, a veces se torna como una capa, un resguardo que protege contra los otros humanos, pero así mismo bloquea la entrada de alguien que quizá quiere estar con uno. Nos hace vulnerables y temerosos, huimos como animales atacados por sus depredadores.
Nunca había sentido tanto frío, me duelen las piernas, los brazos y tengo mareo. El frío se cala en mis huesos, y el dolor es realmente cruel. Duele, pero lo más absurdo es que a pesar del malestar físico, encuentro un placer siniestro.
He comprado un café latte porque pensé que iba a caerme, creo que funciono un poco, el frío ha disminuido. No he tenido que almorzar, así que cada vez empieza el agotamiento a crecer.
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